jueves, 29 de julio de 2021


TAKEA Y JEMPE  (Pájaro y COLIBRI)


EL VERDADERO SHUAR DE ANTAÑO

           Imagen extraída de: http://id-portodoelmundo.blogspot.com/


Antiguamente los hombres no conocían el fuego y tenían que comer los alimentos crudos o calentándolos con sus cuerpos. Los alimentos infectaban fácilmente el cuerpo, produciéndole, llagas y gangrena, lo que les causaba la muerte.


En ese entonces había una sola persona que poseía el fuego, se llamaba Takea. Lo cuidaba celosamente en una cueva, sin compartir con nadie. Los Shuar, al morirse se transformaban en aves e intentaban entrar a la cueva y robar el fuego. Nadie lo lograba porque la puerta de la cueva se abría y se cerraba rápidamente.  Las aves no tenían la velocidad suficiente como para atravesar la puerta  sin quedar atrapadas.



Un día el ingenioso y veloz Jempe (colibrí) se compadeció de los Shuar y decidió ayudarlos. Después de un fuerte aguacero, Jempe se quedo tiritando de frio junto a la puerta de la caverna de Takea. Los hijos de Takea, al ver al colibrí tan pequeño, gracioso y lleno de atractivos colores, se apiadaron de él y le hicieron entrar a la cueva, le acercaron al fuego para secarlo y luego jugar con él.


Al calor del fuego, Jempe peinaba sus plumas con su piquito y, sacudiéndose del agua, se inflaba alzando sus plumitas para que se secaran mejor. A medida que se iba secando su plumaje se veía más bello. Los niños estaban más atraídos por su plumaje. Su cola era mucho más grande que su cuerpecito y estaba bien emplumada.

Cuando Jempe sacudió su alas para darse cuenta que si podía quedarse suspendido en el aire, los niños gritaron: “¡Cuidado que no se escape!”,  cogiéndolo de nuevo, lo quisieron poner sobre el fuego ardiente. Jempe se quedo suspendido en el aire y, mientras los niños se quedaron extasiados mirándolo, Jempe prendió su colita en el fuego sin que los niños se dieran cuenta. Luego con su colita encendida, salió como un rayo de la cueva, sin darle tiempo a que lo atrape la puerta, Jempe con su colita encendida se interno en la selva.

Por más que los niños intentaron atraparle, no pudieron. Se fue volando, velozmente por entre los árboles. Se paro sobre un árbol seco y lo prendió. Entonces, los Shuar pudieron llevarse el fuego a sus casas sin perderlo jamás. Desde ahí construyen sus fogones con tres troncos gruesos de madera muy combustible. Entonces pudieron cocinar sus alimentos, a gusto, calentarse en las noches frías, iluminar sus caminos en la oscuridad, quemar la maleza y los arboles para preparar la chacra (huerta).

Hasta hoy los Shuar pueden reconocer al colibrí benefactor de su pueblo, porque su colita quedo bifurcada, al haberse quemado en la parte del medio cuando se llevo el fuego de Takea.